Rafael Nadal dice no creer en los desquites. "Prefería jugar con Berdych porque le gané las últimas seis veces. Contra Robin será un partido difícil. No creo en las revanchas, sino en ofrecer lo mejor de mí cada vez." Y sí, seguramente Nadal no estará pensando en la revancha, sino en lo que estará en juego para él: recuperar el trono de Roland Garros, sumar su quinto Trofeo de los Mosqueteros y nada menos que alcanzar por segunda vez en su vida el número 1 del mundo. Todo eso tendrá a mano cuando hoy, a las 15 de Francia (las 10 de Buenos Aires), se mida con el sueco Robin Soderling. Claro que así como es más fácil expresar la teoría que cristalizarla en la cancha -otra de las cosas que dijo el español en estos días en París-, resulta complicado no considerar la final de hoy como un desquite del encuentro que poco más de un año atrás y también en el estadio Philippe Chatrier, el bravo vikingo se llevó para siempre en uno de los octavos de final, transformándose en el único tenista en la historia en vencer a Nadal, en este torneo. Y, al haber alcanzado la final nuevamente y ante el mallorquín, Soderling se aseguró ese privilegio por al menos una temporada más. Lo que Federer jamás consiguió, más allá de haber logrado la corona el año último, podría darse por segunda vez para Soderling.
